domingo, 11 de enero de 2009

Yo soy aquel negrito...




No hay casa española que en los últimos 60 años no haya tenido, de manera casi permanente, un bote de ColaCao en la cocina. Amarillo chillón, con tapa roja y una escena de “aquél negrito del Africa tropical”, la canción del ColaCao emitida por primera vez en 1955 por las emisoras de la Cadena SER. El ColaCao, sin embargo, ya había aterrizado en los hogares españoles en enero de 1946: una bebida soluble de cacao, 100% natural, para el desayuno o la merienda.

Pertenecía y pertenece a Nutrexpa, compañía que nació tras la Guerra Civil para ofrecer productos alimenticios que resolvieran las carencias de una famélica España. El colacao era un producto que, contra todo pronóstico, pasó de generación en generación casi sin darnos cuenta.

Fue el desayuno de los 50; testigo del desarrollo español de los 60; se instaló cómodamente en las tazas de Duralex verde botella en los últimos coletazos del franquismo de los 70; sobrevivió con dignidad a la invasión de los cereales con nombres imposibles de los 80 y 90 y, en los últimos años, ha sido el renovarse o morir. ColaCao mantiene una página web y ha sacado al mercado diferentes artilugios.

Hoy un colacao va más allá del placer de una bebida reconfortante. Es un acto discreto y sin ruido para devolvernos a la infancia de más de tres generaciones

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