domingo, 25 de enero de 2009

Historias de la Puta Mili: "El Recluta 63"




Era peluquero y residía en un pueblo de la provincia de Zamora, no recuerdo su nombre pero todos en la Compañía le conocíamos por el 63, el número que tenía asignado en la lista alfabética. Era un pedazo de pan, noblote y servicial a más no poder, pero en lo tocante a destreza física era un completo desastre.

Corría el verano de 1967 y me encontraba realizando las prácticas de Alférez de Complemento de las Milicias Universitarias en el Centro de Instrucción de Reclutas de El Ferral del Bernesga, en León, y a punto de terminar mi servicio militar obligatorio después de haber pasado dos veranos completos en el Campamento de Montelarreina, Zamora. ¡Harto estaba ya de la milicia!

Pocos momentos agradables pasé en aquel Campamento cumpliendo con mis obligaciones, máxime cuando tuve la desgracia de caer en una Compañía al mando de un Capitán, cabrón, cabrón, de verdad. La tenía tomada conmigo y su obsesión era arrestarme en la Sala de Banderas y todo por una tontería, o eso creía yo, haber ordenado cortar el pelo a un Cabo que no paraba de putear de mala manera a un recluta de muy pocas luces. Joer con el corte de pelo que le hicieron al Cabo, poco más y le levantan la piel de la cabeza.

El bueno del 63 me traía por la calle de la amargura, haciendo la instrucción, en las prácticas de tiro y sobre todo en las clases de gimnasia al intentar saltar de cualquier forma los distintos aparatos, “bichos” los llamaba él. Se quedaba sentado encima de ellos y resoplando me suplicaba después de varios intentos que le mandara hacer cualquier otra cosa. Lo malo es que el Capitán observaba a una prudente distancia a ver si podía pillarme en algún renuncio y cuando intervenía era para ordenarme que dejara sin permiso, entre otros al 63. Y así el pobre 63 se quedó sin poder ir a su casa a ver a la familia en incontables ocasiones.

Nunca volví a saber más del 63 ni del Capitán. Deseo fervientemente que cada uno de ellos haya tenido el destino que se merecía.. Cuelgo esta fotografía en homenaje al recluta 63, una de las buenas personas con las que me topé durante la puta mili. Como dice el refrán “a buen entendedor pocas palabras”.

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