martes, 20 de enero de 2009

Fernando Merino Villarino (1869-1929) Conde de Sagasta y la Farmacia Merino



Fernando Merino Villarino nació y murió en León. Farmacéutico por tradición familiar, estudió en Madrid y en Francia antes de regentar la afamada botica de los soportales de la Catedral, desde la que se manejaban todos los hilos de la vida de León.

Heredó de su padre, Dámaso Merino, la jefatura de los liberales, que ratificó con su matrimonio con la hija mayor del líder de los ‘fusionistas’. Empezó su vida política muy joven, como diputado provincial, y en 1891 dio la gran sorpresa en Madrid al derrotar, como candidato de oposición, al director general de registros, Antonio Molleda, en el distrito de La Vecilla-Riaño. Desde entonces ya no dejó de ser diputado hasta la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera. En 1923 fue elegido diputado por León, con la oposición del republicano Gordón Ordás.

En política alcanzó los más altos cargos, ocupó la subsecretaría de Gobernación (1898), ministerio del que fue titular en el Gobierno de Canalejas formando el 9 de febrero de 1910. Fue también gobernador civil de Madrid y gobernador del Banco de España en dos ocasiones, de junio de 1906 a enero de 1907 y de octubre de 1909 a febrero de 1910. También ocupó en dos ocasiones la presidencia del Consejo de Estado, cargo en el que le sorprendió el golpe de Primo de Rivera. Tras la muerte de Sagasta aportó por Moret y por el Conde Romanones, a los que abandonó pronto para convertirse en jefe de su propio grupo. Su declive político y económico comienza hacia 1915, a lo que se suma la pérdida de su esposa, y ya no le abandonará hasta que en el mes de julio de 1929 decidió acabar trágicamente con su vida.

Al igual que le ocurriera a su padre, merecedor a título póstumo de una calle, en concreto la llamada Tesorería pasó a ser Dámaso Merino en 1898, la singularidad política y empresarial de Fernando Merino le hizo merecedor de un agasajo común en todos los tiempos: la dedicación de una calle de la ciudad. Y fue elegida la que sin duda era la principal, la actual calle Ancha.

Dice el saber popular que la Puerta del Obispo fue demolida por ser un impedimento para el tránsito del vehículo de Fernando Merino. La realidad es que fue el arquitecto Demetrio de los Ríos quien realizó la propuesta de demolición para que la Catedral estuviera libre de cualquier otra construcción que la empobreciera. Lo que sí es cierto es que en 1910, siendo Merino ministro de Gobernación se puso más empeño en su destrucción, incluida la ferviente campaña del periódico merinista El Porvenir de León. El 13 de agosto de 1913 se autorizó su demolición, dejando así el paso libre hacia la Serna el coche de Merino y a los de los otros 19 propietarios que entonces estaban ‘motorizados’ en la ciudad de León.

Farmacia G.F. Merino e Hijo

Felipe Merino abrió su farmacia en 1827 en el número 3 de la calle Nueva y traslada la oficina en 1847 a los soportales de la plaza de la Catedral esquina con la actual calle Sierra Pambley, una obra para la que confía en el arquitecto Juan Madrazo.

Su hijo, Dámaso Merino se licencia en Farmacia en 1851 y cuatro años más tarde crean la sociedad G.F. Merino e Hijo. Dos años después de la muerte de su padre, en 1864, Dámaso ya había iniciado la producción en la fábrica de productos químicos y farmacéuticos situada detrás de la Catedral. En 1901, la farmacia Merino se traslada de nuevo, esta vez el número 3 de la calle Catedral (actual calle Ancha), donde sigue en la actualidad con el mismo mobiliario de la última reforma de mediados del siglo XIX.

En 1915 el centro comercial de la capital de la provincia estaba ya extramuros. El Ensanche y el consiguiente desarrollo urbanístico de las primeras décadas del siglo XX posibilitaron que nuevos espacios comerciales convivieran con los más tradicionales, es decir los del casco antiguo de la ciudad. Este devenir comercial animó a algunos empresarios a trasladarse al nuevo centro de negocios: la calle Ordoño II. Éste fue el caso de la farmacia Merino, que desde enero de 1915 contó con dos oficinas de farmacia abiertas al público, la de la calle Ancha y un nuevo establecimiento en Ordoño II, concretamente en la llamada casa Lorenzana. Además, tal y como anuncian en periódicos de la época el servicio farmacéutico es permanente, con la farmacia abierta toda la noche.

La sucursal de Ordoño II permaneció abierta hasta bien entrada la década de 1920, unos años que no fueron especialmente buenos para los negocios iniciados por la familia Merino. Cerrada la fábrica de productos químicos en 1925 y una vez fallecido Fernando Merino, en 1929, el licenciado Pío Cobos del Valle figura desde 1930 como titular de la farmacia. Ya en 1934 la propiedad pasa a Francisco Alonso Luengo, padre de la actual titular, María José Alonso Núñez, prima carnal mía.

1 comentario:

  1. Deverian buscar sobre sus decendientes, como Carlos Merino Sagasta.
    Ver toda la familia.

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